¿Quién cambia primero, el país o yo?

“La gente te da lo que percibe que tú estás dispuesto a recibir”.

– Blaine Bartlett

Uno de los temas fundamentales que atrae mi atención es el cambio. Deseo compartir con ustedes acerca de lo que significa producir cambios en ese sistema que es nuestra nación. El país es lo que nosotros hacemos de él. Lo que somos la suma de sus habitantes, forma esa red de gente que somos los ciudadanos.

A mí me gusta mi país como es, no quiero cambiarlo en nada. Lo que sí me gustaría es que cambiemos algunas de nuestras conductas ciudadanas. Para ello es importante entender que el país no es sólo nuestras conductas. Nosotros no somos nuestras conductas. Y eso nos da una gran esperanza para cambiar las conductas colectivas que lo han llevado a ser un lugar que no es un ejemplo de desarrollo, ni de progreso.

La mayoría de los cambios que nos ocurren como seres humanos son invisibles. Las transformaciones físicas que nos suceden son naturales y por ello no generan en nosotros angustia alguna.

En cuanto a nuestras conductas existen algunas que forman parte de nuestros hábitos y constituyen parte de nuestra personalidad, lo que las hace complejas para ser modificadas. Existen hábitos colectivos que la mayoría de los ciudadanos de una nación poseen y constituyen una parte de la estructura de la personalidad social colectiva. Algunos de ellos son sujetos a ser modificados, y otros no.

Estamos seguros, por los resultados que podemos observar en nuestra patria, de que algunas de las acciones que estamos efectuando no son las apropiadas. No sólo estamos hablando del accionar del gobierno a nivel nacional, estadal, municipal. Estamos afirmando que algunas de las acciones de los ciudadanos de nuestra república, no están arrojando los resultados que adelantan el desarrollo.

Cambiar las costumbres, los vicios, los hábitos perniciosos que tenemos los pobladores del país, resulta difícil y complejo, pues son el resultado de años de mala educación, de aprendizajes, incluso heredados por generaciones, pero también sembrados por medios de comunicación que no se han dado cuenta del daño que causan con la siembra de conductas importadas que para nada contribuyen a que nuestros niños e incluso que nosotros -los adultos- adoptemos hábitos favorables para nuestro desarrollo.

El esfuerzo que debemos hacer para producir el cambio de hábito bien vale la pena. Es bueno que tengamos conciencia de que si no cambiamos lo que tenemos que cambiar, los resultados que obtendremos serán exactamente los mismos o peores.

Los gobernantes y dirigentes debemos establecer un acuerdo mínimo de cambio, sin distingo de pensamientos políticos y de ideologías.

Como país, debemos conciliar para adelantar todos, sin importar quien dirija o gobierne, los programas que erradiquen nuestros hábitos perjudiciales.Hace falta una gran inteligencia colectiva, para llegar a estos acuerdos. Pero no es imposible.

Lo han demostrado países como Singapur, Chile, Malasia, Nueva Zelanda, África del Sur, que han logrado que sus gobernantes tengan la madurez política necesaria para ceder a las apetencias personales, y sacar adelante su país, en concordancia con los demás factores de la nación. Nos llegó la hora en nuestro país de revisar nuestras creencias, para determinar cuáles nos favorecen y cuáles nos perjudican como nación para lograr un futuro posible, mejor que lo actual.

Por favor, sigue mi cuenta en You Tube: https://www.youtube.com/AdrianCottin

#pcottin #AdrianCottin #coach #coaching

Twitter @pcottin Instagram @agcottin

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

El poder de dejar ir

Descubre el poder de dejar ir y alcanza tu máximo potencial. ¡Lee mi artículo y despierta tu libertad, confianza y éxito!

Read More »

Estoy formado profesionalmente y se me considera un experto en Aprendizaje Organizacional

Subscribe to our newsletter

Sign up to receive updates, promotions, and sneak peaks of upcoming products. Plus 20% off your next order.

Promotion nulla vitae elit libero a pharetra augue