Escuchar para aprender

Adrian Cottin Autor

«La mayoría de las personas no escuchan con la intención de entender; escuchan con la intención de responder». – Stephen Covey

Escuchar para aprender da una finalidad al acto de la escucha. La mayoría de las personas sólo recuerda el veinticinco por ciento de lo que escucha. Sabiendo sin embargo que un hablante promedio emite una media de doscientas palabras por minuto, y que en el mismo tiempo un oyente puede procesar cerca de quinientas palabras, un buen oyente utiliza el tiempo extra en activar su pensamiento.

La narración de historias proporciona una opción atractiva tanto para los niños como para los adultos, ya que resulta más sencillo recordar información presentada de esta manera. Es de esta forma que se ha comunicado durante mucho tiempo la historia oral de una cultura, incluyendo las expectativas, los temores, los valores y los logros de los pueblos.

Te propongo algunas ideas para incrementar tu capacidad de escuchar para aprender, independientemente del tema del discurso:

  • Descubrir áreas de interés.
  • Juzgar el contenido y no la forma.
  • Controlar los impulsos.
  • Prestar atención a las ideas.
  • Ser flexible.
  • Escuchar para aprender en forma activa.
  • Resistirse a las distracciones.
  • Ejercitar la capacidad intelectual.
  • Mantener la mente abierta.
  • Capitalizar los hechos, ya que el pensamiento es más rápido que el habla. 

Un buen escuchador permaneces atento a lo que escucha, poniendo atención completa a su interlocutor. El buen escucha no se sienta cómodo y simplemente a esperar que el mensaje se «produzca» y venga hasta él; por el contrario, sale a buscarlo. Cuando escuchas, no estás a merced del otro, en lo que respecta a recibir el mensaje; puedes buscar el mensaje y aclararlo mediante las habilidades propias del buen escucha.

Existen cinco niveles en los cuales “escuchamos” cuando otra persona habla:

  1. Ignorándola: No escuchándola en lo absoluto.
  2. Fingiendo: Haciéndole creer con nuestros gestos y expresiones verbales y no verbales, que estamos atentos a lo que nos dicen.
  3. Seleccionando: Escuchando sólo ciertas partes de la conversación.
  4. Atendiéndole: Prestando atención y centrando nuestro interés en las palabras que pronuncia, lo cual suele hacer que los escuchados se sientan agredidos.
  5. Escuchando Empáticamente: Escuchamos con la intención de comprender. Desde el marco de referencia de la otra persona. En la escucha empática escuchamos con los oídos, pero también con los otros sentidos y con el corazón. Escuchando sentimientos, significados, conductas, intuiciones y sensaciones; bi-hemisféricamente.

Ahora que hemos aprendido a escuchar para aprender, en futuros artículos, continuaremos presentando los otros jinetes de la Inteligencia Verbal.

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