La seguridad es principalmente una superstición. No existe en la naturaleza, ni los hijos de los hombres en general lo experimentan. Evitar el peligro no es más seguro a largo plazo que la exposición directa. La vida es una aventura atrevida o nada.
– Helen Keller
Alguna vez escuché una frase similar a esta: Antes de ser padre tenía cinco teorías de cómo serlo. Ahora tengo cinco hijos y no tengo ninguna teoría. Si escribo sobre este tema hoy, no es por mis teorías entonces, sino por el camino que vengo recorriendo en ser padre de mis hermosos hijos.
Como padre busco continuamente maneras de estimular a mis hijos para que alcancen los objetivos que se han trazado y las metas que se han planteado, o incluso llego a proponerles desafíos basados en sus fortalezas, cualidades y competencias personales.
A veces, no logro diferenciar lo que puedo hacer para estimularlos, para lograr que mis incitaciones los activen, de lo que los puede detener, incluso sólo por una conducta de polaridad para no hacer “lo que papá dice”.
Preguntas como estas llegan a mi mente con frecuencia: ¿Cuáles son los estímulos que debo utilizar para que mis hijos lleguen adonde ellos desean llegar? ¿Cómo hago para que al intentar estimularlos, ese incentivo no sea contraproducente? ¿Cuáles deben ser los cuidados que debo tomar para que mis palabras, frases, contacto físico, lenguaje corporal, silencios, no produzcan resultados contrarios a mis intenciones? ¿Cuál será su reacción a mi presencia o incluso a mi ausencia?
Creo que cuando mejor me funciona es cuando les hablo abiertamente del plan que tengo con mis incentivos, y no me pierdo en buscar hacerlo “sin que se den cuenta”. Cuando decido no buscar esa fantasía de tener “todo bajo control”.
Lo que debo asegurarme de comprobar es que estoy transmitiendo estímulos positivos. Los elogios no son mi mejor herramienta, pero si funciona muy bien el reconocimiento público acerca de sus fortalezas. Cuidado con que les “llegue el cuento” de que tú has estado haciendo movimientos para favorecerlos.
Mis hijos desean conseguir sus éxitos y triunfos por sus propios medios. El uso de mis influencias es un elemento desmotivador y sólo dificulta el que mis hijos alcancen sus objetivos o que le sea más difícil su camino.
Mis hijos no piden, no buscan que los ayude, ellos quieren que su trabajo hable por sí solo, se basan en resultados obtenidos por su propio esfuerzo. Ellos no temen salir de un empleo, buscar nuevos retos y cambiar.
El estímulo que mejor funciona es aquel que los hace felices. Invitarlos a que te acompañen a un viaje, un curso, un congreso, una exposición, hasta un evento social de esos de “gente mayor”, es a veces un excelente estímulo.
Una palabra oportuna de aliento y consideración, una sonrisa, el apoyo que no esperan para un asunto de menor importancia, el estar presente cuando ellos más lo necesitan, una llamada por teléfono o un simple mensaje. En fin, lo más sencillo es lo que mejor funciona.
Conocer a nuestros hijos nos permite conocer que es lo que ellos esperan de nosotros. Como padres nos corresponde ofrecer a nuestros hijos ante todo amor, libertad, convicción en sus posibilidades.
Debemos recordar en todo momento, que nuestros hijos no nos quieren para que seamos sus mejores amigos, sino para que seamos los mejores padres que podamos ser.
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7 Responses
Gracias Adrian por la valiosa reflexión! Y además hoy justamente muy oportuna. Me encanta lo que dices respecto a hablar abiertamente de nuestra intención de buscar su desarrollo! En ocasiones todo es más simple de lo que pensamos, aunque no por ello sencillo.
Gracias!!
¡Gracias Marisol, por valioso comentario! Me alegra saber que te ha resultado oportuno. Sé del amor por los tuyos y estoy seguro de tu disposición a apoyarlos con amor. ¡Abrazos!
Adrián estoy totalmente de acuerdo con este artículo, todos los días me veo y me siento de esa manera. Cómo padres queremos que nuestros hijos cumplan sus objetivos más sin embargo muchas veces caemos en la mala costumbre de imponer y no dejarlos decidir sobre sus propias vidas. Estamos tan convencidos de que tenemos las soluciones a sus problemas que no les permitimos buscarlas ellos mismos. En este momento estoy convencida de que debo dejar a mis hijos tomar desiciones y equivocarse, así sus triunfos les serán más satisfactorios. Gracias
Hola Magdalena, ¡Feliz día! Me alegra de tenerte a mi lado aprendiendo juntos la hermosa labor de ser padres educados para ser buenos padres. Estaré atento a compartir nuevos artículos y agradezco tu compañía. ¡Abrazos!
Hola Adrián, un placer para mi leer siempre tus artículos que siempre son excelente y en esta oportunidad diste en el clavo justo con esta reflexión y me identifico ya que tengo un hijo adolescente y estoy pasando un momento difícil con el en referencia de como ayudarlo a lograr sus objetivos ya que como padre siempre queremos lo mejor para ellos y los tiempos han cambiado mucho y los mileniales de hoy día quieren cosas mas fáciles a comparación a la generación X a la cual pertenezco. Mil gracias y un abrazo.
¿Un momento difícil o un momento desafiante? ¡Decide tú!
¡No lo «ayudes», Apóyalo! Ese es uno de mis aprendizajes. Lo que importa es que obtengan mejores resultados que los que nosotros obtuvimos, no que hagan un mayor esfuerzo. ¡Si pueden obtener mejores resultados sin esfuerzo, es mejor! Soy un «viejennial» y eso me deja fuera de la generación X. Además, ya no sé qué edad tengo: La de mi primer nacimiento o la de mi segundo (67 o 3)