La importancia de la flexibilidad en nuestro cuerpo es un ejemplo de lo que deben ser nuestras organizaciones.
«Lo importante es nunca parar de cuestionarnos.»
Albert Einstein
Cuando poseemos flexibilidad muscular podemos estirarnos sin producir daño.
Cada articulación es flexible según el rango máximo de movimiento de los músculos que componen dicha articulación. Dicha flexibilidad se va perdiendo con el paso del tiempo y podemos disminuir los efectos de la edad en esa flexibilidad con base en ejercicios de estiramiento hechos a diario.
Podemos definir la flexibilidad muscular como la capacidad de realizar movimientos de máxima amplitud potencial.
Y dependerá de nuestra elasticidad muscular. Tiene que ver con nuestra capacidad de acortar y alargar nuestros músculos, logrando con cada movimiento que vuelvan a la forma original. También depende de la movilidad articular, que depende del grado de movimiento de cada articulación. Varía según la articulación y la persona.
La flexibilidad le brinda a nuestras organizaciones la capacidad de adaptarse a nuevas situaciones, al igual que a nuestros músculos de estirarse a fin de adaptarse a un nuevo rango de amplitud de movimientos.
Vamos perdiéndola, si no la ejercitamos. Así también se va perdiendo la flexibilidad organizacional con el paso del tiempo. El ser humano comienza a perderla en la pubertad, principalmente por la falta de ejercicios y la mala alimentación, pero también por la pérdida de la estima y los problemas emocionales. Nosotros los hombres perdemos gran parte de ella entre los 35 y los 40 años, y en las mujeres la pérdida de la flexibilidad se incrementa entre los 25 y los 30 años.
¿A qué edad las organizaciones comienzan a perder su flexibilidad? ¿Será que algunas organizaciones nacen rígidas? La flexibilidad es el resultado de trabajar en ella. También la podemos tener y perder por falta de ejercitarla.
En los humanos la pérdida de flexibilidad se inicia en la pubertad, al principio es poco a poco; pero luego con la madurez, y la falta de dedicación a mantenerla sufrimos una pérdida que va en aumento progresivo, pudiendo convertirse en impedimento para movernos con facilidad.
En las organizaciones esto se revela con la falta de dinamismo, la burocracia, la ausencia de innovación y de creatividad. A las organizaciones al igual que al cuerpo el elevarle la temperatura le favorece la capacidad flexible y esto tiene que no sólo con la temperatura externa, sino la interna.
Por eso «calentamos» cuando vamos a comenzar a hacer ejercicios. Hacemos uso del «streching» combinando el trabajo muscular de fuerza y los estiramientos. Estirando y contrayendo los músculos logramos ese estiramiento, pero también ejerciendo presión, provocando el estiramiento del tendón del músculo.
A las organizaciones hay que «calentarlas» con nuevas ideas, con nuevas tecnologías, con nuevas estrategias y con nuevas personas.
Logrando la capacidad de adaptación a los cambios del entorno y a los internos, cultivando el pensamiento estratégico, teniendo una estructura organizacional sin jerarquías, con gente que permanezca en aprendizaje continuo, y con pensamiento sistémico, haremos que la organización sea por demás flexible y pueda obtener el triunfo ante los cambios producidos por ella y por las que tenga que hacerles frente.
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