Son mis ojos, pero la mirada es de Dios. Adrián Cottín
«Para ver más claro, hace falta utilizar nuestros ojos,
pero dejar que la mirada sea la de Dios.»
– Dito Hermano
Soy un optimista crónico y me ha dado excelentes resultados. Creo que ser positivista ha sido una máxima en mi vida.
Una de las estrategias que utilizo, es lo que se me ha dado por llamar “La mirada de Dios”. Hay científicos que hablan sobre la Mano de Dios, sellando las fisuras de este Universo expansivo (Big Bang), yo pienso que Dios también mora dentro de nosotros y mira a través de nuestros ojos. Me resulta interesante y maravilloso pensar que Dios mora dentro de mi.
Cada vez que un profesional de ciencias de la salud, me está describiendo las estadísticas relacionadas con un procedimiento de aquellos a los que me van a someter, y me señala las posibilidades de que un evento no positivo para mí ocurra, yo me inclino a pensar en el porcentaje que a mí me favorece.
Si por ejemplo, me dice que existe un 70 % de posibilidades de que ocurra un evento que no me es favorable, de inmediato acudo a la mirada de Dios, y observo el porcentaje que a mí es favorable y hacia allá dirijo mi atención. Si la estadística señala que existe una posibilidad en 5.000 de que algo salga mal en un procedimiento, pues me concentro en el enorme número que a mí me beneficia y ya no pienso en lo que puede salir mal.
Me dedico a “ver” como Él, a percibir la realidad como Él, a valorar mi vida como Él y a comprometerme como Él se comprometió con mi bienestar y buen pronóstico. Mis ojos pueden estar mirando la estadística negativa, pero mi mirada es la de Dios y hacia allá me muevo. Dios me mira sano y sano voy a estar…
Se trata de mirar la vida, la supuesta realidad, con la mirada que a mí me favorece más. Según mire la vida con la mirada de Dios, así me sitúo, así reacciono, así mis emociones me mueven hacia lo mejor y me comprometo con lo que me es más favorecedor.
La mirada de Dios me permite mirar y admirar, mirar con amor a los demás, mirar con bondad incluso a quienes creen que siendo “realistas” me hacen un “bien”, a quienes me dicen “por mi bien” todos los riesgos asociados con los procesos a los cuales seré sometido por los médicos para curarme.
Prefiero mirar todo con pasión y con compasión, sobre todo mi salud, pensando siempre en que lo mejor está por venir y me llegará antes o después. Mirar y mirarme con misericordia divina, pensando e imaginando que todo lo mejor me va a ocurrir. Incluso cuando ocurren los eventos no deseados, pensar que luego ocurrirán eventos que me favorecerán y que saldré adelante.
Miro la vida con la mirada de Dios, en actitud contemplativa, descubriendo sus maravillas, que están en mí y alrededor mío. Me miro a mí mismo, con la mirada de Dios y es maravilloso lo que veo.