¡No tengo poder para cambiar lo que está pasando!

«El hombre más poderoso es el que es dueño de sí mismo»

– Lucio Anneo Séneca

Conversando con un grupo de profesionales muy destacado me decían: ¡No hay nada qué hacer! ¿Qué puedo hacer yo? No me gusta lo que está pasando, pero ¿qué puedo hacer? Es así que se muestra la clase de infancia que tuvimos, pues los adultos que declaran que no pueden influir en lo que les rodea, hablan así de la crianza que tuvieron cuando bebés y cuando fueron niños, y de lo que le dijeron sus padres que se podía hacer y lo que no.

Es en el hogar donde reside el poder de un niño. Es en su intimidad familiar donde se siembra y germina la libertad y la responsabilidad, el poder de hacer lo que desea y de descubrir la autonomía para producir los cambios que son necesarios.

¡Sí lo puedes cambiar todo! El poder del cambio reside en ti mismo. Conócete a ti mismo, y encontrarás a la única persona sobre la cual tienes absoluto control para cambiar. Dios nos ha creado como seres únicos, irrepetibles e insustituibles, pero nos dejó en libertad de descubrirlo, y eso nos toca a cada quien. Descubrir nuestra unicidad. Necesitamos descubrirnos, conocernos y entendernos para reconocer el poder personal que albergamos.

Necesitamos de nosotros mismos para encontrar el poder de cambiar. Lo máximo que tenemos con otras personas es la capacidad de influir sobre ellas, y luego desarrollando nuestro liderazgo podemos ir más allá, hacia un mayor número de personas.

Claro, queremos hacer las cosas a nuestra manera, y esa la aprendimos en edad temprana. Y puede ser que hayamos aprendido que nosotros no tenemos capacidad de influir en el universo, en lo que sucede, en eso que llamamos «realidad».

Para cambiar el país lo más fácil que tenemos a la mano es cambiarnos a nosotros mismos, y realizar las acciones que permitan cambiarle la vida a otro ser humano que está cerca y a quien le podemos hacer la diferencia con acciones no necesariamente heróicas.

Siendo ésta una columna orientada hacia la Responsabilidad Social Empresarial, pues llamo la atención de mis lectores a lo fácil que es cambiar al país, desde el espacio personal. Por ejemplo, por la manera de saludar a quienes trabajan con nosotros.

Hacerlo de manera natural, dirigiendo tu atención a aquellas personas a quienes menos saludan los demás. Una visita corta a quienes trabajan en tu empresa que vienen de otra ciudad o país, y están solos en tu ciudad.

Una nota de saludo a quien está pasando por un momento de dificultad y tú lo sabes. Utiliza el poder de un «Toronto». Lleva un detalle a quien sabes que lo necesita.

Los letreros de «Persona Importante Trabajando», colocados en forma anónima en los lugares de trabajo de tus compañeros.

Llega diez minutos antes de la hora de inicio de labores, y pasea por los espacios de oficina ofreciendo una de esas hermosas sonrisas que Dios te dio, para que le hagas el día feliz a más de uno.

Ten fe en que estas acciones fructificarán y harás el cambio para muchos, pero sobre todo te sentirás vital para producir cambios mayores.

La voluntad de cambiar se desarrolla, y estos pequeños ejercicios te dan fuerzas para realizar cambios de mayor envergadura.

Lo importante no es la palabra cambio, sino la acción de cambio.

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Estoy formado profesionalmente y se me considera un experto en Aprendizaje Organizacional

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