“Mantén tu rostro al sol y así no verás las sombras.”
Helen Keller
Durante años la amistad con Gladys me ha llenado de orgullo, pues es una persona ejemplar, y así lo han sido Luis, y su muy amada hija.
Siempre me sorprendió con su enorme capacidad de ver y sentir más allá de lo que cualquiera que conozca puede hacerlo.
Quizás por ello me acerqué a ese personaje de la historia contemporánea que es Helen Keller, quien ha sido importante para que comprenda el espectáculo de las imágenes, el valor de las palabras y el poder de los silencios.
Recomiendo leer la biografía de esta mujer que siendo ciega y sorda, logró realizaciones que dejan a cualquier mortal atónito. Gracias a su voluntad y temple, y al apoyo que recibió de su mentora y amiga, Anne Sullivan, cuya vida también merece estudiarse para seguir muchos de sus ejemplos, Helen lograría aprender el uso del lenguaje, con un sistema basado en el lenguaje de los sordomudos, un sistema dactilológico, con movimientos sobre la palma de la mano, que indican letra por letra las palabras, similar al que vemos hacer en el aire para los sordos no ciegos.
También aprendió a hablar con sonidos poniendo sus manos en los lugares del aparato fonador que producen soplidos y vibraciones (método Tadoma). La educó también el uso del sistema Braille (inventado por el francés Louis Braille).
Helen aprendió a leer y a escribir de diversas maneras, y fue una lectora ávida, una escritora prolífica con una corrección y un uso de imágenes literarias poderosas (escribió siete libros, además de muchos artículos, ensayos, críticas literarias, discursos), dominaba varios idiomas (su lengua natal, el inglés, y se comunicaba en latín, griego, francés y alemán).
Se graduó con honores, siendo la primera persona sordociega en graduarse en una universidad. Viajó a más de treinta países, una verdadera hazaña para muchos de su época, que ni de su pueblo salieron, pues Helen nació en la tierra de los indios Choctaw, el estado de Alabama, en el pueblo de Tuscumbia, el 27 de junio de 1880
Su vida fue llevada al cine e inmortalizada con las actuaciones de Anne Bancroft y Patty Duke, quienes ganaron sendos premios Oscar ® en el film “La trabajadora milagrosa”, 1962. Tuve la ocasión de volver a verla al lado de mi familia, y estaban impresionados con lo que vieron en la película, pero cuando leímos la biografía, y conocieron los detalles estaban orgullosos de que un ser humano así sirviera de ejemplo para todos de lo que no podemos permitir: limitarnos por nuestras precariedades.
Han pasado más de cuarenta años desde la muerte de esta gran persona que es Helen Keller quien murió el 1 de junio de 1968, con una juventud de ochenta y ocho años de edad. Vive en todas sus acciones y las emprendidas en su nombre, en sus libros, películas, en quienes vivimos y escribimos inspirados en su ejemplar vida.
Lo importante de todo lo que vemos en su quehacer, es que puede ser emulada por quien se sienta limitado, por quien sienta miedo, por quien perdió algo que considera vital para sobrevivir. Los invito a buscar toda la información acerca de Helen y mantenerla viva como llama para quienes necesitamos su calor para seguir.
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