«Nunca hay una segunda oportunidad para causar una primera buena impresión» – Oscar Wilde
En sus leyes de aprendizaje, Georgi Lozanov, padre de la Sugestopedia, plantea que lo primero que debe sentir el socio de aprendizaje por su facilitador es admiración. Esa admiración proviene del reconocimiento de que esa persona, con la que está aprendiendo, es un ser humano valioso.
La presentación de un facilitador o conferencista puede ocurrir en dos contextos: que un representante de la empresa anfitriona sea quien la realice o que al facilitador le corresponda presentarse a sí mismo.
Cualquiera sea el caso, lo primero que se haga debe ir dirigido a reforzar la experiencia de aprendizaje, que dé a conocer su mensaje central y lo que va a ocurrir durante su desarrollo, de manera que desde ese mismo momento se forme en la mente de los participantes una idea clara de lo que el facilitador va a realizar.
De la misma manera en que un facilitador puede, con su mensaje, reforzar la experiencia de aprendizaje, también puede arruinarla, diciendo más de lo necesario, exagerando sus virtudes o cualidades. Esa postura egocéntrica puede afectar negativamente su imagen frente a los Socios de Aprendizaje, sin importar si lo que ha dicho sobre sí mismo sea verdad o no.
Tanto si es el facilitador quien se presenta a sí mismo o lo hace otra persona, es fundamental que muestren un entusiasmo medido, acorde a la ocasión, sin sobrevender o mostrar una prédica sobre las enormes virtudes que el facilitador está trayendo a la sala.
Se trata de resaltar aquellas cosas que merezcan la atención de la audiencia, que el facilitador exprese el por qué esa experiencia de aprendizaje resulta trascendente y por qué vale la pena que los participantes le dediquen parte de su tiempo.
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