“Cuando empecé a contar mis bendiciones, mi vida cambió”. – Willie Nelson
Nuestras vidas cotidianas transcurren en un incesante ir y venir, a un ritmo vertiginoso que nos mantiene constantemente ocupados, con tareas que hacer y obligaciones que cumplir. Por momentos, nos sentimos agobiados y presionados por tantos compromisos, muchos de los cuales son impuestos por convenciones sociales, como el tener el “trabajo ideal”, “la casa ideal”, “los ingresos ideales”, en fin, “el status ideal”.
Y cuando no logramos alcanzar ese estándar de lo “ideal”, nos enfocamos en lo mal que nos va, en las cosas que no tenemos o que no hemos alcanzado. Nos olvidamos de todo lo bueno que sí tenemos, con lo que sí contamos y todo lo que hemos alcanzado, que en primera instancia podrían ser cosas pequeñas, pero que al sumarlas, adquieren una dimensión mayor y contribuyen a nuestra felicidad.
Para mantener nuestra vida en perspectiva y alcanzar paz interior, asumir nuestra espiritualidad nos es de gran ayuda.
Estar en contacto con nuestro Ser Supremo, no importa qué nombre tenga o a que religión pertenezca, orar, meditar, ser agradecidos y ayudar a otros, son formas de enriquecer nuestra vida espiritual.
Cuando oramos, no sólo estamos pidiendo y aceptando ayuda, también nos estamos acercando a Dios, y cuando lo hacemos, nuestras situaciones y circunstancias cambian, haciéndose más llevaderas y tolerables. Orar nos beneficia en nuestros pensamientos, nuestros deseos, nuestras acciones y actitudes.
En la meditación, encontramos momentos para permanecer a solas con nosotros mismos, en silencio. Reflexionamos sobre nuestras acciones y los resultados que hemos alcanzado al final de cada jornada. La meditación, nos permite estar en momento presente, vivir de manera consciente y calmar nuestra mente y nuestros pensamientos, que en ocasiones, pueden llegar a ser agobiantes.
Enriquecemos nuestra espiritualidad, cuando agradecemos las bendiciones que tenemos en nuestras vidas. Agradecer por lo que tenemos, nos acerca a lo que queremos. Mientras más agradecemos, más razones encontramos para continuar dando gracias, porque el agradecimiento nos lleva a desarrollar la tendencia de ver el lado positivo de las cosas, a asumir una actitud positiva ante la vida y a ser más felices.
En el servicio, el apoyo o la ayuda a los demás, también hay espiritualidad. El servicio nos renueva y nos revitaliza. Cuando servimos, compartimos y crecemos. El amor, el respeto y la buena voluntad que tenemos cuando cooperamos, contribuye a la armonía de nuestro entorno. El servir a los demás, el dar sin pensar en recibir nada a cambio, nos brinda satisfacción y felicidad.
Ora, medita, da gracias y apoya a otros No te cuesta nada y en cambio, te deja ganancias extraordinarias.
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