«Sin duda, una de las fuentes de potencia del hombre es su capacidad de entusiasmarse ante el destello de algo improbable, difícil y remoto.»
– José Ortega y Gasset
De lo que vemos de nuestro país a muchos no nos gusta. No nos gusta lo desdibujado que luce en manos incompetentes que lo gobiernan. No estamos hablando de quien lo preside solamente, ni de sus ministros, ni de los otros poderes completamente subalternos al poder de una sola persona.
Hablamos de que los ciudadanos no sienten el poder de gobernar su propio país, y muchos han renunciado a hacer su parte en la defensa de sus propios derechos y el cumplimiento de sus deberes fundamentales.
Nosotros entendemos al país y actuamos con base a nuestra noción de lo que es ser un ciudadano de esta patria y en las afirmaciones que residen en nuestra mente. Hemos sido minados durante años, primero por una mal entendida democracia que se permitió creer que el país ya estaba maduro para nunca más volver a la dictadura, y dejó que gran parte de la población viviera en la pobreza, y resultara luego caldo de cultivo para ideas seudo revolucionarias, que explotaron su frustración para colarse con su resentimiento y hacer de las suyas.
También con una clase empresarial devoradora de los bolsillos de la gente, y cómplice con el gobernante de turno para hacerse de fortunas que fueron exportando a los bancos internacionales, que vergonzosamente les sirvieron de cueva de tesoros ilegítimos.
Podemos no estar en conocimiento de los efectos que estos modelos mentales tienen en nuestra percepción y comportamiento, pero ahora ellos tienen el poder de movernos hacia algún objetivo no muy claro o inhibir nuestra acción en pos de rescatar la gobernabilidad.
Lo bueno es saber que un modelo mental no es la realidad. Que la realidad es la que los paisanos construimos cada día, y que estas conductas no nos constituyen como país. Que podemos construir un nuevo modelo de país posible, mejor que el actual, nada parecido a los que hemos tenido. Que poseemos en nuestra mente recursos ilimitados, que quizás ahora no están disponibles a la conciencia colectiva, pero que tomando las acciones correctas, con la actitud apropiada podemos darle sentido a lo que nos ha ocurrido para sacar fuerzas de nuestra bondad como nación para hacernos poderosos y movernos hacia el camino correcto.
Podemos renunciar a los patrones de pensamiento limitantes, y crear un conflicto con esas imágenes mentales por arraigadas que se hayan sembrado en nuestro pensamiento político actual, lineal e inhibidor.
Dentro de un país como el que ahora tenemos, visiblemente más complejo que antes, la identificación de modelos mentales que inhiben nuestro desarrollo, así como la creación de nuevos modelos que hagan generar conductas más eficientes, constituirá un objetivo de gran relevancia para las nuevas clases políticas del país.
Nuestra esperanza para un futuro posible mejor que lo actual, depende de la capacidad que tengamos de aprender a ser nuevos ciudadanos políticos y responsables, que vayan a sustituir a lumpen que hoy se ha apoderado del poder, desarrollar un líder político que se base en la paz y el respeto por el ser humano, y que sea un maestro en el arte de trabajar juntos armoniosamente.
Los líderes políticos requeridos tendrán la convicción de que su papel es el de hacer de éste un nuevo país único, unido; mostrarán una visión posible y sencilla, pero que requiere de grandes esfuerzos y renuncias, e incentivarán las conductas de buenos ciudadanos de parte de la población, para beneficio de todos.
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